Alberto Castillo
Alberto Castillo (Buenos Aires, 1914-Buenos Aires, 2002) fue cantante de tango y actor. Nació como Alberto Salvador De Lucca —algunas fuentes lo escriben "De Luca"— en el barrio porteño de Villa Luro. Hijo de inmigrantes italianos, hace su debut profesional en la década de 1930.
Su primera profesión fue la de médico en la especialidad de ginecología, que dejó de ejercerla para dedicarse a su carrera artística y al descubrir que su consultorio se llenaba de pacientes que sabían que el Dr. De Luca era Alberto Castillo. En la película Luna de Avellaneda, un Castillo ficticio es llamado de urgencia para ayudar en un parto durante una kermés en un club de barrio. En dicha película el tema de cierre es “Siga el Baile” versionado por Jaime Roos. Como hecho curioso, entre noviembre de 1951 y Febrero de 1952, el popular cantante ofició fortuitamente como médico de la delegación profesional del Club Atlético Vélez Sarsfield al insolarse algunos jugadores en la ciudad de Pernambuco, en la gira que realizaba en Brasil. Posteriormente el cantor, reconocido hincha de Vélez, ajustó algunas de sus presentaciones para acompañar al equipo el resto de la gira.
Con su innato sentido del ritmo, Castillo se hace un nombre de principal intérprete de los géneros musicales como el candombe afro uruguayo y la milonga. Uno de sus más exitosos registros fue “Cien barrios porteños”, a tal punto que los presentadores lo anunciaban como el "Cantor de los cien barrios porteños".
Su estilo fue absolutamente original, con aspectos vinculados al aire arrabalero de Rosita Quiroga, Sofía Bozán o Tita Merello. Castillo poseía una afinación perfecta e imprimía a su canto tanto la ternura o dramatismo. Se posesionaba del escenario desde que llegaba mostrando su pañuelo cayendo del bolsillo derecho del saco cruzado, el cuello de su camisa desabrochado, la corbata floja, su modo de tomar el micrófono e inclinarlo hacia uno y otro lado, su derecha junto a la boca como si estuviera en la calle, sus ademanes y un modo muy especial de cantar proyectado las vocales.
Su particular fraseo era lo que los bailarines necesitaban y apreciaban; con su voz le ponía ritmo a los pies y él hacía con su garganta lo que otros con el piano o los bandoneones.
Durante cuatro años entre 1939 y 1943 –el mejor momento artístico de ambos- Ricardo Tanturi y Castillo compartirán los beneficios de la fama. La voz del cantor y la puesta musical del director constituyeron un verdadero suceso que ganó, por derecho propio, un lugar privilegiado en la historia del tango. Clubes de barrio, locales nocturnos y los principales salones de Buenos Aires, Montevideo, Mar del Plata y Rosario desbordaron de un público ávido.
Desde 1946, Castillo aparece en muchos filmes argentinos. Un ejemplo de ellos es Buenos Aires, mi tierra querida, junto a la actriz Norma Giménez en 1951.
Ya retirado, tuvo una breve incursión para grabar nuevamente el candombe “Siga el baile” de Carlos Warren y Edgardo Donato, con la banda Los Auténticos Decadentes en el álbum de duetos Fiesta monstruo en el año 1993. En 1995 recibió una Mención Especial de los Premios Konex por su trayectoria. Antes, en 1985, había recibido el Premio Konex Diploma al Mérito como uno de los mejores cantantes de tango de la historia en Argentina